Tauler supo describir con imágenes muy elocuentes esta apretura mediante la cual el Espíritu Santo quiere un cambio interior y una nueva criatura. Así habla comentando a Mt. 10,16 sobre el tema de la astucia de la serpiente:
«Cuando la serpiente percibe que comienza a envejecer, a arrugarse y a oler mal busca un lugar con juntura de piedras y se desliza entre ellas de tal manera que deja la vieja piel y con ello le crece una nueva. Lo mismo debe hacer el hombre con su vieja piel, esto es, con todo aquello que tiene por naturaleza, por grande y bueno que sea, pero que ha envejecido y tiene fallos. Para ello que pase, por entre dos piedras muy juntas» (en apretura)
Para madurar, para llegar al propio fondo del alma es preciso pasar a través de la estrechura de dos piedras; no se pueden seguir constantemente nuevos métodos de madurez humana o espiritual. Esto sería solamente huir ante la apretura. En un momento cualquiera hay que tener el valor de pasar a través de la estrechura aunque con ello se pierda la piel antigua, incluso si se sufren heridas y erosiones. Las decisiones aprietan. Pero sin atravesar esa angostura no se madura, no se renueva. El hombre exterior tiene que se raspado para que el interior se renueve día tras día. (2 Cor 4,16)
Tomado de "La Mitad De La Vida Como Tarea Espiritual" de Anselm Grüm
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