Dr. Isidro Solórzano
No se es maduro por voluntad, sino por un cultivo conciente y prolongado
de actitudes dativas.
Es el desarrollo de hacerse responsable de la propia vida, es
desarrollar “una autoridad amorosa” conveniente, donde se integran las
aspiraciones internas y las posibilidades externas en paz.
Actitudes infantiles:
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Dependencia exagerada. En el pensar, sentir,
hacer y amar.
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Esperan que otros soluciones sus problemas
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Esperan
recibir lo que desean.
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Ante dificultades, agrandan las consecuencias
y no dominan sus emociones, despertando sentimientos mezquinos.
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Tienen desencantos antes cualquier
frustración.
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Actúan según lo que piensan que van a tener,
y son malos administradores.
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Sienten competencia y rivalidad ante
exigencias de la vida. Les resulta muy difícil la integración porque tienen
incapacidad de aportar.
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Las emociones tienen tanto poder que los
abruma, se deprimen y asustan
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Se hieren fácilmente por una susceptibilidad
de orgullo herido.
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Una manera de demostrar la debilidad, el
miedo y el temor al fracaso es la depresión o el enojo, los gritos, cólera odio
y crueldad. (Los maduros son fuertes y amables.)
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Les cuesta diferenciar realidad y fantasía:
Pueden imaginar cosas catastróficas o hacer planes poco realizables.
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Se habitúan a la mentira, y sueñan ser inteligentes y sabias.
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No pueden aceptar cosas negativas.
Actitudes maduras:
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Ante todo tienen paz, y transmiten serenidad
en toda circunstancia.
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Casi no hablan de sí, la conciencia está en
el desarrollo con el otro.
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Tiene criterios, valores y principios
propios.
Tienden a dar naturalmente y no tienen miedo al
desprendimiento.
Imagen tomada del la WEB "Serenidad con la Naturaleza".