sábado, 3 de julio de 2010

Donde está nuestra fortaleza, está nuestra debilidad.

Muchas veces nos llevamos sorpresas porque siempre vamos descubriendo cosas nuevas en nosotros mismos. A veces lo mismo que consideraba un valor en ciertos campos se transforman en dificultad. Por ejemplo tengo el valor de ser ordenado. Pero al veces por exageración del mismo tengo problemas porque pasó a ser más importante que las personas que están a mi alrededor y priorizo el orden al vínculo. O al revés, ser un poco desordenado, que se considera un desvalor, me permite encontrarme con soluciones creativas. Nosotros que hicimos Buscando el Diamante sabemos que nada es totalmente bueno o malo. Muchas veces encontramos nuestro mayor tesoro justamente en el lugar de más limitación o dolor.

Sería bueno que esta semana descubramos cuál es el "valor" de nuestro límites.

Para ayudarles les mando un cuento, a ver si les ayuda...


Existe en Bangkok un pequeño templo, denominado el templo del “buda de oro”.en si el templo es muy pequeño, probablemente no mas de diez por diez metros. Pero al entrar sorprende la presencia de un gran buda de oro de tres metros de alto. Su peso es de dos toneladas y media y esta valuado alrededor de doscientos millones de dólares.

Junto al buda hay una caja de cristal que contiene un gran pedazo de arcilla de veinte centímetros de grueso por treinta centímetros de ancho. Junto a la urna de cristal hay una hoja escrita que describe la historia de esta magnifica obra de arte.

En 1957 un grupo de monjes de un monasterio tuvo que mover a un Buda de arcilla de su templo, hasta un nuevo local. EI monasterio iba a cambiar de sitio para dar lugar a la construcción de una supercarretera que atravesaba Bang­kok. Cuando la grúa comenzó a levantar al gigantesco ídolo, el peso era tan grande que se empezó a resquebrajar. Para empeorar las cosas, comenzó a llover. EI jefe de los monjes, que era consciente del daño que podía sufrir el sagrado Buda, decidió bajar la estatua al suelo y cubrirla con una gran lona, a fin de protegerla de la lluvia.

Esa noche el monje fue a examinar al Buda. Introdujo una linterna debajo de la lona para ver si la estatua estaba seca. Cuando la luz llego a las hendiduras de la arcilla, noto que de ellas salía un pequeño resplandor, y pensó que era extraño. Mirando mas de cerca se preguntaba si había algo debajo de la arcilla. Fue al monasterio en busca de un cincel y un martillo, y empezó a romper la capa de cerámica. A medida que sacaba fragmentos, el pequeño resplandor se hacia cada vez mayor y mas brillante. Pasaron muchas horas de trabajo antes de que el monje se encontrara cara a cara con el extraordinario Buda de oro só1ido.

Los historiadores creen que varios cientos de años antes del descubrimiento del monje, el ejercito de Burma iba a invadir Tailandia (11amada entonces Siam). Los monjes sia­meses, dándose cuenta de que su país seria pronto atacado, cubrieron su precioso Buda de oro con una capa exterior de arcilla, para impedir que los soldados de Burma tomaran su tesoro como botín. Desgraciadamente, parece que los sol­dados sacrificaron a todos los monjes siameses, y el bien mantenido secreto del Buda de oro permaneció intacto hasta ese predestinado día de 1957.
Imagen tomada de http://s1.artquid.fr

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