viernes, 15 de abril de 2011

La Mitad de la vida (21)


"Ciertamente tenemos la experiencia de que no puede llegarse algunas personas. Ya podemos indicarles las faltas que no lo oyen. Ya podemos con benevolencia hacerles observaciones sobre su conducta que las rechazan. Todo es inútil. No tienen ni barrunto de su propia situación. Tauler piensa, con su imagen de la testuz del toro, que tales personas tienen tan poco contacto con su propia realidad que hasta para Dios es imposible taladrar semejante piel.

Su interioridad está tan cubierta que no es accesible ni para ellos mismo ni para Dios. Estas personas no aprenden con las vivencias que Dios les envía ya sean positivas o negativas. Se han petrificado. Todos los acontecimientos les conducen siempre a su propia reafirmación. Tienen una mirada afilada para las debilidades de los demás y, sin embargo, son ciegos para las propias. La psicología designa a esta ceguera con el nombre de «proyección». Al proyectar mis debilidades en los otros no las puedo reconocer en mi mismo y me quedo ciego ante mi propia situación. Esto se manifiesta en las censuras a los otros, en condenas y críticas. Para Tauler es:

«Un signo del falso amigo de Dios el que condena a los otros, pero no se condena a sí mismo. Por el contrario los verdaderos amigos de Dios no condenan a nadie más que a sí mismos.»"


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