miércoles, 16 de marzo de 2011

La Mitad de la vida (17)

"Tauler insiste siempre contra la angustiosa fijación en principios y formas externas. Quiere poner de manifiesto en sus sermones las convulsiones del corazón que encuentra frecuentemente en las personas piadosas. Esos «principios» en los que tan testaruda y angustiosamente se quiere seguir, Tauler los llama «ídolos». Y piensa que mucha gente se asienta en sus ídolos como en otro tiempo Raquel se sentó sobre sus amuletos (Gen 31,33-35). (Serm. 171). Esas gentes se mantienen en sus ídolos para evitar el encuentro con el verdadero Dios.

«A algunas personas les gustan tanto sus maneras (es decir, su forma de vivir, su forma de ser piadoso) que no quieren confiarse a nadie, ni a Dios ni a los hombres, y se cuidan como a las niñas de sus ojos para que Dios no los cuide. Y nuestro Señor viene con su advertencia, indirecta o directa y ellos ponen sus «maneras» y no sacan el menor provecho.»

Esta clase de hombres se defiende de todo lo que Dios les dice directamente y podría cuestionarles. El que está en esa situación se reafirma en sus ejercicios y los pone entre él mismo y Dios. Su seguridad, su convicción religiosa, es para él más importante que su encuentro personal con Dios. Resiste a Dios cuerpo a cuerpo, pues podría serle peligroso. Dios podría mostrarle qué es lo que le pasa y cuáles son los motivos de su práctica religiosa.

Podría suceder que Dios desenmascarase sus actos religiosos y su seguridad en sí mismo, para que apareciesen antes sus ojos los proyectos y deseos insinceros y los intentos de superación de su angustia. Pero él se atrinchera tras sus actos piadosos en lugar de ser piadoso. Actúa piadosamente para no tener que experimentar a Dios; en última instancia, no es piadoso sino que solamente busca en sí su seguridad y su autojustificación, su riqueza espiritual. Este hombre insiste en los ejercicios piadosos sin caer en la cuenta de que esos ejercicios no le pueden por sí mismos hacerle piadoso. Se endurece en su pretendido bienestar, pero permanece inaccesible a la llamada inmediata de Dios que podría llamarle a la verdad.

Esta actitud es típica de los fariseos. Pero también se encuentra entre muchos llamados buenos cristianos que no se atreven a entrar en la fe en el verdadero Dios y dejarse transformar por Él. Tauler dice que estas personas que se conforman con charcas estancadas en lugar de beber en las fuentes vivas de Dios. Y se lamenta de que incluso entre los religiosos y religiosas haya personas así,

«que han abandonado las aguas vivas y en su fondo hay poca verdadera luz y vida, y muchas cosas externas: quedan parados con sus maneras y obras exteriores y con sus observancias. Todo es oído y sentido superficialmente en forma puramente imaginaria. Pero desde el fondo, que es desde donde debía manar y brotar todo, no se da nada. ¿No son como cisternas que no tienen nada que provenga o brote del fondo sino que todo les llegó del exterior y que se va como ha venido? Y si hay algo en ellos, son sus prescripciones y sus maneras que se fundan y ordenan según su buen parecer. No se vuelven al fondo. No tienen fuente, pasan sed y no intentan avanzar. Así, hacen a su manera las cosas que han venido de fuera por los sentido, y se quedan tan contentos. Se mantienen en las cisternas que ellos mismos se han fabricado y no tienen gusto por Dios. No beben agua viva. La dejan.»"

Tomado de "La Mitad De La Vida Como Tarea Espiritual" de Anselm Grüm

Imagen tomada de http://caminandoconlospropiospasos.blogspot.com

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