miércoles, 9 de febrero de 2011

La Princesa Turandot


En la China imperial reinaba un emperador que estaba desesperado porque su única hija, llamada Turandot, era fría, caprichosa, despiadada y, encima, no quería casarse. El emperador, harto de esta situación, le dio un ultimátum: "O te casas o te echo del palacio sin contemplaciones". La princesa aceptó, pero puso una condición: los pretendientes se someterían a una prueba, y si no la superaban, ella misma les cortaría la cabeza. Al cabo de los días, las cabezas de los pretendientes se amontonaban en el palacio, y la princesa ardía de satisfacción.
Pero se presentó un apuesto guerrero para afrontar el reto. La princesa le propuso un acertijo: "Lo mata todo, pero el agua lo mata"? "¡El fuego!", contestó el joven.

La princesa propuso una segunda adivinanza: "Soy duro como una roca, pero la gente me bebe"? El joven contestó: "¡El hielo!".
Y llegó el momento del último acertijo: "Es un hielo que te da fuego, y cuanto más fuego te da, más hielo se vuelve"?
El joven pensaba sin encontrar respuesta, pero al ver a la fría princesa sintió tal ardor en su corazón que "Turandot!", exclamó plenamente seguro. Y la princesa no tuvo más remedio que caer rendida a sus brazos.

En este cuento podemos asimilar la princesa al ego.
Cortar la cabeza a los pretendientes, son las ínfulas, la vanidad.
El apuesto guerrero es el Yo.
En el primer acertijo el fuego representa a lo espiritual y el agua a lo emocional.
En el segundo acertijo es la vivencia de la necesidad: "duro como una roca, pero la gente me bebe", el diamantino debe respetar la necesidad, pero también superarla.
En el último, el Yo se da cuenta del ego, porque este último no puede hablar de otra cosa que no sea de sí mismo.
(Cuento tradicional chino)
Tomado de http://elbosquedenoah.blogspot.com/

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